Finalist
Dentro de un ornamentado marco al estilo del siglo XIX, una elegante mujer negra nos mira con aplomo. Imperturbable, hace un levísimo movimiento de cabeza mientras una voz fuera de cámara recita: “Mi amor es demasiado santo para que me lo tiren en la cara”. El murmullo se multiplica, alabando ese amor que es “demasiado hermoso, demasiado sagrado para que me lo tiren en la cara”.
Este mantra, tomado del coreopoema de Ntozake Shange Para nenas negras que han considerado el suicidio / Cuando el arcoíris es suficiente (1975), se repite mientras Fawundu toma lentamente su trenza y empieza a deshacerla. En interludios dramáticos de palabras y música, la joven pasa los dedos entre su cabello. Silencio. Luego empieza a deshacer su trenza izquierda. Completado el ritual de liberación, la soberana Fawundu se apodera del espacio visual delimitado por el marco suntuoso, un espacio permitido a muy pocas mujeres de color en la tradición retratista occidental.