Pese a las ubicuas noticias sobre la frontera entre México y EE.UU., afirma Rigoberto González, la región en sí es nebulosa. Se siente como un espacio transnacional, inclusivo y la vez excluyente.

Esta pintura monumentaliza el acto de cruzar ese umbral a la vez que nos remite al arte barroco del siglo XVII. Todas las figuras surgen de la oscuridad, mientras la luz acentúa sus rostros preocupados. Sus brazos y manos se tocan, formando una línea conectora casi continua desde la madre hasta el niño mayor. La madre lleva un rosario y carga a su hijo menor en pañales mientras con la otra mano agarra tenuemente el borde de una escalera recostada contra la imponente cerca de acero. Debajo de la escalera, en la parte inferior izquierda, una mascarilla médica y un periódico dan especificidad temporal a esta escena tan repetida y peligrosa.