Paul D’Amato dice que su obra como fotógrafo tiene dos hilos conductores: “el interés en el sentido de comunidad y la fascinación con el drama de la psicología humana. Lo primero determina adónde voy y lo segundo lo que hago cuando llego allí”. Considera que la comunidad es un “pozo de energía en el que me sumerjo y tomo fotos mirando de adentro hacia afuera, en lugar de mirar de afuera hacia adentro”. D’Amato acostumbra preguntar a desconocidos si puede fotografiarlos. Describe el resultado como una especie de performance y colaboración a ambos lados de la cámara. “Al fin y al cabo, el trabajo implica establecer y jugar con una secuencia de relaciones: entre mis modelos y yo, entre los elementos formales de las fotografías, entre una imagen y otra, y entre el espectador y la fotografía”.